Salamanca 06
Ya hace casi 6 dias desde que cogí mi chaqueta de cuero, mi gorro y mis viejas gafas. Hice los últimos preparativos, víveres, saco de dormir, algo de dinero y me preparé para zarpar. Era una mañana soleada y los partes meteorológicos no podían ser mejores, el tiempo prometía. Los mecánicos ya habían terminado de revisar mi avioneta y se habían retirado. Allí estaba, reluciente, esperándome dispuesta al comienzo de la pista. Subí la escalerilla sin prisa e hice meticulosamente las comprobaciones de rigor. Puse en marcha los motores y las hélices cobraron vida en un revoloteo atronador. Abrí a tope los inyectores de gasolina y solté los frenos. Entonces me precipité por la pista acelerando cada vez más. Mi pulso aceleraba a la misma velocidad y podía oirlo haciendo enmudecer el ruido de aquellas aspas. Aceleró hasta que por fín llegó ese momento mágico en que las ruedas quedaron suspendidas en el aire y dejaron de tocar el suelo. Exhalé todo el aire de mi pecho y puse rumbo a Salamanca.
España desde el cielo es amarilla, amarilla pardo, como las dunas que veía Exupéry en los trayectos de Casablanca a Dakar. Al fondo, entre luces y sombras, ya se podía intuir Salamanca. Paseé por encima de la ciudad, a lo largo del Tormes, por debajo de los arcos del puente romano. Y me detuve para tomar unas tapas y ver la catedral, pasé allí 5 dias disfrutando de la ciudad.
1 Día 2 Día 3 Día 4 Día 5 Día
Después de tal suculenta visita, hoy he comenzado el viaje de vuelta. Aunque esta vez no iba a ser tan fácil. El tiempo cambió a mitad de viaje y los controles comenzaron a fallar. La brújula se volvió loca, me ví perdido, sin rumbo y temiendo por mi vida. Con la impotencia de no poder cambiar nada, preso de mis limitaciones. Como una mosca chocando contra un cristal. El mundo no era justo, porque me tenía que pasar esto a mí. Entonces ví aquel cristal y choque con él como si fuera una mosca.
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paula -