Helado de tierra
Esperas un rato hasta que se anuncia el siguiente área de servicio. 1 Km y seré el hombre más feliz del mundo. Detienes el coche frente a la tienda de la gasolinera. Las puertas del establecimiento se abren y una ráfaga de frío polar te da la bienvenida. Dios que gusto, aunque así no me extraña que no se me pase el dichoso catarro. Después de meditarlo, decides no comprar la botella de 2 litros de agua mineral y coger una más pequeña, porque no hay cosa peor que tener sed y beber agua caliente. Te diriges a la caja para pagar. Quería esto y 30 euros de súper por favor, le dices a la cajera mientras miras por encima un cartel de helados que está detrás suyo. Bueno y un helado de cucurucho. Siempre te ha gustado el cucurucho, desde niño cuando ibas con tu madre a la heladería de al lado de casa y pedías los helados sin bola. Debes de ser el único niño del mundo al que le gustaban los helados sin helado.
Sales del oasis, llenas el depósito y vuelves a la carretera. Abres la botella y le das un par de largos tragos. Esto ya es otra cosa, ahora estoy mucho mejor. El mundo se ve mejor con el estómago lleno, así que me como el helado antes de que se me derrita. Lo agarras con una mano mientras haces malabarismos con el volante para conseguir abrirlo. Dichosos envoltorios, abre fácil, las narices. Dices mientras tiras el papel por la ventanilla. Te apresuras a darle un par de lametones porque ya ha comenzado a derretirse. Como me gusta y ahora viene la mejor parte cuando ya no queda casi helado y lo que resta se cuela por el cucurucho. Como si pudiera escapar de mis fauces. Le vas dando mordiscos lentamente al cucurucho, disfrutando cada pedacito. ¿Quién sería el genio que inventó ponerle chocolate al extremo del cucurucho? y ¿porqué no venden bolsas de "extremos de cucurucho"? te preguntas mientras acabas el último pedazo y enciendes la radio. Buscas sin fortuna los botones para sintonizar buena música y desesperado miras para ver donde hay que darle.
Piensas en lo torpe que eres cuando estas cansado, mientras levantas la mirada y ves el maletero de aquel coche averiado, probablemente por el calor, que te esperaba después del cambio de rasante. El frenazo ensordecedor hace enmudecer al aire acondicionado.
Enhorabuena eres la primera víctima del cambio climático. Tu que te comías el mundo a bocados.
Pues jódete, la tierra se venga.
4 comentarios
lupita -
deveras no debimos merecer ese planeta porke ndmas lo estamos matanto
pero ahi tanta gente egoista ke no toma conciencia de lo ke esta pasando hasta ke ocurran cosas peores ahi si van a decir
"kisiera recorrer el tiempo par poder hacer lo ke nunk hice con la basura de mi casa o con el agua ke desperdicie"
pero ni modo por no cuidar la tierra desapareceremos nosotros tmb
kristin -
Firi -
paula -